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Sostenibilidad alimentaria: el futuro está en nuestro plato

El futuro está en nuestro plato

En un mundo con más de 8 mil millones de personas, donde el hambre coexiste con el desperdicio y el cambio climático avanza con rapidez, hablar de sostenibilidad alimentaria ya no es opcional. Es una urgencia que nos involucra a todos, especialmente a quienes trabajamos en el ámbito de la nutrición.

¿Qué es la sostenibilidad alimentaria?

La sostenibilidad alimentaria implica garantizar el acceso a una alimentación adecuada para todos, sin comprometer la capacidad del planeta para satisfacer las necesidades de las generaciones futuras. Esto abarca no solo la cantidad y calidad de los alimentos, sino también cómo se producen, distribuyen y consumen.

Una dieta sostenible debe ser:

  • Saludable y nutricionalmente adecuada
  • Culturalmente aceptable
  • Económicamente accesible
  • Ambientalmente responsable
  •  

¿Por qué es importante?

El sistema alimentario actual enfrenta múltiples crisis:

  • Ambiental: uso excesivo de recursos naturales, emisiones de gases de efecto invernadero, pérdida de biodiversidad.
  • Social: desigualdades en el acceso a alimentos saludables, condiciones laborales injustas para productores.
  • Sanitaria: aumento de enfermedades crónicas no transmisibles asociadas a dietas poco saludables.

Según la Comisión EAT-Lancet, transformar nuestros sistemas alimentarios puede salvar millones de vidas al año y reducir el impacto ambiental hasta en un 80%.

¿Qué puede hacer el nutriólogo?

Como profesionales de la nutrición, somos actores clave para impulsar la transición hacia dietas sostenibles. Algunas acciones concretas incluyen:

  1. Educar con perspectiva ambiental: Incorporar mensajes sobre sostenibilidad en la orientación alimentaria.
  2. Promover patrones de alimentación saludables y sostenibles, como la dieta basada en plantas o la dieta mediterránea adaptada a lo local.
  3. Apoyar la producción local y de temporada, reduciendo así la huella de carbono de los alimentos.
  4. Reducir el desperdicio alimentario en la práctica clínica, escolar o comunitaria.
  5. Participar en políticas públicas y proyectos que impulsen sistemas alimentarios sostenibles.

Ejemplos de prácticas sostenibles

  • Fomentar el consumo de leguminosas, que requieren menos agua y fertilizantes.
  • Reemplazar algunas proteínas animales por fuentes vegetales o insectos comestibles en algunos contextos.
  • Evitar el sobreconsumo y priorizar la planificación de menús semanales.
  • Sumar esfuerzos intersectoriales con productores, educadores, cocineros y gobiernos.

La sostenibilidad alimentaria es una meta que une la salud humana con la salud planetaria. Desde la nutrición, podemos ser puentes entre el conocimiento científico y las decisiones cotidianas de millones de personas.

El cambio está en el plato, y cada elección cuenta.