Con frecuencia, se requiere respaldo nutricional después de un trasplante alogénico de células progenitoras hematopoyéticas (TPCH), sin embargo, la tolerancia a la nutrición enteral (NE) puede variar. El propósito de este estudio de métodos mixtos fue explorar las percepciones del personal, así como las barreras y facilitadores para la aplicación de NE después del TPCH, y proporcionar información sobre la implementación y los resultados de un protocolo nutricional.
Este es un estudio que recientemente se publicó en Nature, en el que se diseñó y distribuyó una encuesta sobre las barreras y facilitadores del uso de NE al personal médico y de enfermería. Se recopilaron datos sobre nutrición y resultados clínicos durante los 12 meses posteriores a la implementación de un nuevo protocolo nutricional.
Treinta miembros del personal completaron la encuesta; las barreras clave identificadas incluyeron una tolerancia incierta a la NE, falta de confianza en la colocación de la sonda nasogástrica, y deficiencias en capacitación y recursos. De los 84 pacientes que iniciaron con NE, 23 cambiaron a nutrición parenteral (NP) (27%) y 61 continuaron con NE exclusivamente (73%). En total, 36 pacientes recibieron NP y ocho pacientes recibieron exclusivamente soporte nutricional oral. Se observó una diferencia en el tipo de acondicionamiento (p = 0,025) y el estado nutricional (p = 0,016) entre los pacientes que recibieron NP versus NE solamente, con una proporción mayor de pacientes desnutridos que recibieron NP (23% versus 5%). Los pacientes que recibieron NP tuvieron una estancia hospitalaria más prolongada (mediana de 22 días frente a 19 días, p = 0,012) y una menor tasa de supervivencia hasta el día 100 (81% frente a 95%, p = 0,036) que los pacientes que recibieron NE.
El uso de NE puede conducir a mejores resultados clínicos en comparación con la NP, por lo que se debe implementar como el principal respaldo nutricional.