¿Los genes pueden influir en lo que nos gusta comer?

La investigación en cuestión se centra en la relación entre la genética y las preferencias alimentarias. Los estudios anteriores han indicado que la genética juega un papel en las elecciones alimentarias de las personas, pero la magnitud de este papel ha sido difícil de determinar. Este nuevo estudio, dirigido por la genetista Joanne Cole y su equipo, utilizó un análisis genómico a gran escala para identificar 481 regiones del genoma (loci) que están relacionadas directamente con los patrones dietéticos y las preferencias alimentarias.

Los hallazgos, presentados en una conferencia de la Sociedad Estadounidense de Nutrición, se basaron en un estudio previo realizado en 2020 que utilizó datos del Biobanco del Reino Unido, una base de datos genética y de salud con 500,000 participantes. El análisis genómico permitió identificar 194 regiones asociadas con patrones dietéticos y 287 vinculadas a alimentos específicos como frutas, queso, pescado, té y alcohol.

El estudio sugiere que algunos genes, como los receptores del gusto, el olfato y las enzimas digestivas, tienen efectos significativos en las preferencias alimentarias. Por ejemplo, se encontró una región en el genoma asociada con la cantidad de té que alguien bebe, relacionada con la capacidad de oler un compuesto llamado beta-ionona. Esta capacidad olfativa influye en las preferencias por alimentos como el té, el tabaco, las uvas y otros.

El análisis también aborda la influencia de factores ambientales y sociales en las elecciones alimentarias, y se señala que estos factores pueden interactuar con la genética para moldear las preferencias y los patrones dietéticos.

El objetivo de la investigación es comprender mejor cómo la genética influye en la elección de alimentos y, potencialmente, utilizar estos conocimientos para mejorar la salud y la adhesión a dietas más saludables. Se menciona la posibilidad de intervenir en vías biológicas específicas para alterar las preferencias alimentarias y explorar cómo diferentes genotipos pueden afectar la activación de las regiones del cerebro relacionadas con el placer y la recompensa ante diferentes alimentos.

En última instancia, la investigación apunta a comprender cómo la genética y los factores ambientales interactúan para influir en las elecciones dietéticas de las personas, lo que podría tener implicaciones tanto para la atención médica individualizada como para la formulación de políticas públicas relacionadas con la alimentación y la salud.

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