El hambre registra su mayor aumento en décadas

Madagascar, un país frente a la costa sureste de África, vive su peor sequía en cuarenta años y se enfrenta a una grave crisis nutricional. El coronavirus ha agravado la situación del hambre, dejando a más de un millón de personas con escasez de alimentos. Así lo relataba el jefe de Médicos Sin Fronteras (MSF) en Madagascar, Ricardo Fernandez: «La gente no tiene comida, no puede cultivar, no hay trabajo, no hay ingresos. La covid-19 también dificulta las operaciones, el movimiento y la distribución de recursos».

Dado los impactos económicos de la pandemia –desde el desempleo hasta las interrupciones en el cultivo y la comercialización de alimentos– el número de personas malnutridas a nivel global alcanzó su nivel más alto en una década. «Las regiones más afectadas han sido Asia, hay un incremento de 408 millones y la siguiente es África, que tuvo un incremento de 282 millones. Pero también Latinoamérica, que la tasa de desnutrición crónica es ahora de 9.1%. Los números en Latinoamérica han sido mucho más altos de los esperados» analiza Máximo Torero, el economista Jefe de La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO). «Pero lo que ha pasado fundamentalmente es que la clase media ha sido el nuevo grupo que se vio afectado sustancialmente».

Pero durante seis años antes de la pandemia, ya había estado aumentando la inseguridad alimentaria, o el número de personas que no tienen acceso a suficiente comida nutritiva de manera regular. Hoy, es la situación de casi 1 de cada 3 personas en el planeta. Y es que la intensificación de las sequías, las inundaciones y las temperaturas extremas presentan un creciente desafío en este ámbito. Entre 2014 y 2016, por ejemplo, eventos climáticos asociados al fenómeno meteorológico El Niño dejaron a casi 100 millones de personas con hambre en el sur de África, Asia y América Latina. Más recientemente, las plagas de langostas, exacerbadas por el calentamiento global, han provocado crisis alimentarias sin precedentes en países como Kenia o Somalia. 

La emergencia climática además ha llevado a que el costo de alimentar al mundo sea el más caro en años. En mayo de 2021, el índice de precios de los alimentos de la FAO, que monitorea una canasta de granos, aceites vegetales, carne, lácteos y azúcares, subió a su nivel más alto en la última década. «Los productos más afectados han sido fundamentalmente cereales y aceites vegetales. En el caso de cereales había una demanda muy fuerte de países importadores muy grandes, como el caso de China, entre otros. Y también ha habido problemas de oferta de países exportadores muy grandes. La sequía que afecta a la producción de Brasil y en parte lo que ha afectado la producción de Estados Unidos», apunta Torero. Por otro lado, el precio de llevar una dieta saludable y sostenible ha aumentado. Hoy comer sano es inasequible para 3 mil millones de personas. 

La violencia y los conflictos políticos están empeorando la inseguridad alimentaria. El programa mundial de alimentos de las Naciones Unidas advierte, por ejemplo, que el golpe militar de febrero de 2021 en Myanmar aumentará el número de personas que pasan hambre en el país de 2,8 millones a más de 6 millones. Myanmar forma parte de una lista de 22 países que incluye a Colombia, El Salvador, y Honduras, y que podrían sufrir hambrunas en los próximos meses. Sin embargo, los expertos aseguran que a menudo las trabas burocráticas obstaculizan los esfuerzos dirigidos a frenar las crisis alimentarias. Por ejemplo, cuando los puntos de control no permiten el paso de la ayuda humanitaria. Dominique Burgeon, director de Emergencia y Resiliencia de la FAO insiste que la colaboración es clave: «Necesitamos trabajar juntos los Gobiernos nacionales, las agencias de la ONU, las ONGs y el sector privado para transformar radicalmente nuestros sistemas agroalimentarios y que sean más inclusivos, resilientes y sostenibles. Eso quiere decir anticipar crisis y tomar acción rápida cuando vemos desmejoras. También significa fortalecer las redes de apoyo social, para que cuando una crisis ocurra, la gente tenga a dónde acudir».

Hace seis años, los líderes del mundo prometieron cumplir con 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible para 2030. Esto incluye el hambre cero. Pero si seguimos en el rumbo actual, será cada vez más difícil lograrlo.

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