El pasado 27 de enero se conmemoró el día de los nutriólogos, profesión que tiene 100 años en América Latina y más de 80 años en México, cuyos comienzos fueron principalmente derivados de la necesidad de abatir el problema de la desnutrición y de las enfermedades carenciales, así como de inquietud por definir la “dieta correcta” para la población infantil y, sobre todo de la urgencia de contar con la atención en nutrición para los pacientes en los servicios hospitalarios e institutos de salud de la época.
Quienes sembraron el camino de la nutrición en México fueron pioneros con un espíritu inquebrantable para demostrar la importancia de este profesionista en el equipo multidisciplinario de salud, no sólo en el ámbito clínico, sino en la promoción de la salud en las comunidades más vulnerables aquejadas por el grave problema de la desnutrición, así como en la implementación de las primeras encuestas para realizar diagnósticos de alimentación en la población, y es por ello que debemos reconocer la labor de estos grandes personajes que en los años treinta con un arduo compromiso pusieron los cimientos del trabajo para los futuros nutriólogos en nuestro país, por mencionar a algunos, cito con profundo reconocimiento al Dr. Héctor Bourges R., el Dr. Quintín Oleascoaga M., el Dr. Federico Gómez, el Dr. Ramos Galván, el Dr. Salvador Zubirán, el Dr. Joaquín Cravioto, entre otros.
Con su legado desde 1945 se empezó a formar personal especializado en nutrición inicialmente como técnicos dietistas, sin embargo se requería un perfil profesional de licenciatura y fue a partir de 1972 que en respuesta a la necesidad de atender problemas más difíciles de la nutrición que demandaba la sociedad, se impartió la primera licenciatura en nutrición la Universidad Iberoamericana Ciudad de México.
A casi 50 años de que inició la formación de licenciados en nutrición, se han dado pasos decisivos para fortalecer a los programas educativos, fue así que en 1981 seis de las primeras universidades se unieron para constituir la Asociación Mexicana de Miembros de Facultades y Escuelas de Nutrición (AMMFEN), establecida legalmente en 1992 para velar por “la formación y desarrollo de los nutriólogos”.
Dicha asociación en la actualidad agrupa a las 39 mejores instituciones educativas del país y han sido innumerables sus logros, por destacar algunos de ellos: la realización de 34 congresos nacionales; la publicación de 12 libros, entre ellos, “Los nutriólogos en México: Seguimiento de egresados”, “Modelo nacional de formación del Licenciado en Nutrición”; la promoción para la conformación del Colegio Mexicano de Nutriólogos, así como del “Consejo Nacional para la Calidad de los Programas Educativos en Nutriología” A. C.; la agrupación del consejo técnico para la elaboración del Examen General para el Egreso de la Licenciatura en Nutrición del Centro Nacional de Evaluación para la Educación Superior, A.C. (CENEVAL), y la colaboración en el grupo de Nutrición de la Comisión Interinstitucional para la Formación de Recursos Humanos en Salud (CIFRHS).
A nivel internacional, la AMMFEN ha establecido trabajos importantes de colaboración con la Sociedad Latinoamericana de Nutrición (SLAN), así como con diversos organismos internacionales.
Una directriz muy importante que marcó la AMMFEN para las universidades fue la definición de los cinco campos profesionales del nutriólogo actualmente declarados: Nutrición Clínica, Nutrición Poblacional, Tecnología Alimentaria, Servicios de Alimentos, así como otros campos transversales del desempeño laboral.
A partir del desarrollo en estos campos profesionales, los licenciados en nutrición han contribuido significativamente al desarrollo de la ciencia en tratamiento clínico nutricio de múltiples enfermedades, la orientación alimentaria, el avance en las estrategias y políticas públicas en alimentación, la gestión de los servicios de alimentación, el desarrollo de nuevos productos con una mejor calidad nutrimental y sanitaria de los alimentos y la investigación.
Sin embargo, en pleno siglo XXI, tenemos retos aún mayores a los que enfrentaron en el siglo pasado los primeros nutriólogos en México, vivimos actualmente en un contexto epidemiológico que plantea nuevos riesgos para la salud derivados de cambios ambientales, demográficos, económicos, sociales, culturales, como el sedentarismo, el cambio en la alimentación tradicional por alimentación de productos industrializados altamente energéticos, el estrés, sistemas alimentarios no sostenibles, entre otros, que hoy en día han dado como resultado tres problemáticas en una sinergia llamada “sindemia global de obesidad, desnutrición y cambio climático”.
Convergen situaciones de contraste, por un lado, el incremento en la obesidad y otras enfermedades crónico degenerativas a edades cada vez más tempranas, y en contraparte, el número de personas que padecen hambre ha ascendido a 821 millones en el mundo.
De acuerdo a datos de la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición (ENSANUT) 2018, el porcentaje de adultos de 20 años y más con sobrepeso y obesidad fue de 75.2%, y en este grupo de la población hay 8.6 millones de personas padecen diabetes y 15.2 millones hipertensión, en los niños de 5 a 11 años el 35.6% tiene prevalencia de sobrepeso y obesidad, en contraste, el 11.2% de la población tiene inseguridad alimentaria severa, es decir que tienen disponibilidad limitada e incierta en cantidad y calidad de los alimentos.
Problemáticas complejas que plantean hoy importantes desafíos para el profesional de la nutrición, situación que deberá abordarse desde la formación de licenciados en nutrición capaces de resolver éstas y otras problemáticas con un actuar ético, responsable y con competencias profesionales sólidas ante nuevos paradigmas de su profesión en diversos escenarios.
Es por ello que la Asociación Mexicana de Miembros de Facultades y Escuelas de Nutrición (AMMFEN) deberá continuar siendo el motor que impulse el trabajo constante por fortalecer los programas académicos de Nutriología mediante procesos educativos y de investigación, en un ámbito de calidad y pertinencia, fomentando la integración, identidad, respeto y participación responsable y comprometida de sus miembros, en un marco ético que corresponda a las necesidades de la sociedad en el campo de alimentación, nutrición y salud.
Referencias bibliográficas:
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Mtra. Mónica Minutti Sánchez-Alcocer
“Miembro del Colegio de Nutriólogos de León”
Coordinadora de la Licenciatura en Nutrición y Ciencia de los Alimentos en la Universidad Iberoamericana León
Vicepresidente de la AMMFEN en el periodo 2018-2020.