Nutrición contra el autismo

Acaba de celebrarse el 2 de abril el Día Mundial de la Concienciación sobre el Autismo y aunque no lo creas, desde la cocina puede hacerse mucho por quienes viven con este padecimiento.

Varios estudios comprueban que un alto porcentaje de los niños con autismo tienen una deficiencia enzimática que les impide desdoblar adecuadamente las proteínas, específicamente la caseína, el gluten y la de soya.

Karl Reichelt, médico e investigador noruego, fue de los primeros en plantear esta teoría tras darse cuenta de que el organismo de varios pacientes con autismo convertía las proteínas en péptidos opiáceos (caseomorfinas y gliadorfinas)

Exacto, como su nombre lo sugiere, estos productos a medio camino entre proteínas y aminoácidos tienen un efecto morfínico: Provocan alteraciones en los sentidos, la conducta y el aprendizaje.

Los especialistas equiparan sus efectos a los de consumir una droga: provocan adicción -muchos niños autistas sólo quieren comer leche, pan, pizza, galletas, queso, yogurt... -, y conductas como aislamiento, auto-estimulación, auto-agresión, insensibilidad al dolor y cambios radicales de humor.

Es por ello que la Liga de Intervención Nutricional contra Autismo e Hiperactividad A.C. ha determinado que una dieta sin gluten, caseína y soya es fundamental para una mejor aceptación del tratamiento biomédico y una mejor calidad de vida de las personas con autismo y su familia.

“En tres meses empiezan a verse cambios y, asimismo, cambia el diagnóstico o abordaje terapéutico de un autismo severo o de mucho compromiso a menos, porque se quitó aquello que afectaba la percepción”, comenta Cecilia Fernández, presidenta del organismo.

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